lunes, 9 de febrero de 2009

Parque Gral. José Domingo Ramírez Garrido

Parque Gral. José Domingo Ramírez Garrido, conocido como parque de “Los Guacamayos” o también “La Jícara” (circa 1961)*. Ubicado en la intersección de Av. Paseo Tabasco y Av. Corl. Gregorio Méndez en la colonia Jesús García.

Fue construido basándose en dos pequeñas fotografías que aportó la Sra. Graciela Pintado de Madrazo después de un viaje al Japón, así como en el relato que hizo sobre los simbolismos que encerraba el parque. La obra quedó a cargo del Ing. José Luís Villafuerte (1), y la interpretación de esta idea la llevaron a cabo los arquitectos Jacinto Zapata Yánez (de origen yucateco), Marcelo Zanetti Gelatti (de origen italiano) y dos más de los que solo se recuerda el apellido, que fueron contratados a ex-profeso de la obra (Subillaga y Baena procedentes de la ciudad de México), los planos los realizo personal del Área de Proyectos de la Dirección de Obras Públicas del Estado (2).

El parque recreaba cuatro conceptos de la filosofía japonesa: el cielo, la tierra, el agua y el hombre; de tal manera que diseñaron para el cielo una cúpula con un óculo (3) en la parte superior (calculada y dirigida por un ingeniero de apellido Palacios) soportada por cinco columnas bifurcadas que también hacían las veces de trabes (de este elemento toma el pueblo el segundo mote), dos de estas tenían en su base un espejo de agua. La tierra estaba representada por una gran explanada de círculos concéntricos con pisos de mármol donde predominaba una jardinera con fuente que coincidían con el óculo, los jardines hacia el fondo se enmarcaban con los oscuros muros de espuma volcánica y que hacían las veces de muros de contención; además una gran jaula con guacamayos (de allí el primer apodo) cruzaba la estructura.

Por último el agua era representada por una fuente con chorros decorada con mosaicos donde se mostraban peces y animales de la fauna marina; un muro con chorros hacían las veces de cascadas como remate visual hacia la parte izquierda. El último concepto es el hombre y este estaría representado por los visitantes que se deleitarían recorriendo el parque.

Cabe recalcar que para los pisos se utilizaron mármoles travertinos en dos tonos contrastantes; las fuentes se decoraron con mosaicos venecianos (este material requiere poco mantenimiento, es resistente a cualquier tipo de ácidos y su durabilidad es de 150 a 200 años) para los muros se utilizó una piedra volcánica de color negro procedente del centro de la república (4) y para el mobiliario se manejó piedras coladas de granito en colores color negros, blanco y gris.

Las autoridades de otras épocas empecinadas en acabar con todo vestigio de memoria, no solo desvirtuamos el concepto del parque sino que además llevaron a cabo una de las peores agresiones a la memoria colectiva de la ciudad de Villahermosa.
En la primera remodelación a finales de la década de los ochenta, se recubrió la espuma volcánica con cemento y pintura vinil-acrílica color gris; en las fuentes se retiró todo el mosaico veneciano sustituyéndose por un lambrín de azulejo de pacotilla en color azul (este material requiere de mucho mantenimiento, no es resistente a los ácidos y su duración es de aproximadamente 5 a 10 años dependiendo de la cantidad de sol que reciba); cabe mencionar que es aquí cuando se disfraza la cúpula de “una jícara volteada” (usualmente las jícaras tienen los dibujos en el sentido de la parte hueca); los jardines son convertidos en acahuales, la jaula de los guacamayos se queda como una estructura vacía y se rellenan los espejos de agua ubicados en las bases de las columnas bifurcadas.

En la segunda remodelación años más tarde las cosas resultaron aún más funestas: los muros de espuma volcánica recubiertos de cemento se revistieron con placas de cantera (este tipo de piedra requiere de un mantenimiento caro permanente) cambiaron los pedazos azulejos que aún estaban en las fuentes y por ultimo continuaron reforzando el concepto de la “jícara” pintándole ahora un ridículo paisaje.

Para rematar en la tercera remodelación ya entrado el nuevo siglo y llevada a cabo bajo la dirección de un iluminado de la arquitectura, se pintan las placas de cantera con pintura de esmalte mate (de aceite) con los colores comerciales de la Pepsi-Cola (cosa que resulta ser una doble aberración), se disfraza el parque de una refresquería y se continua pintando la cúpula como una ¿jícara?

Arq. Víctor Manuel de Dios Olán
Febrero de 2009


ACOTACIÓNES.
Como podemos observar este parque que nació de una concepción completamente filosófica oriental y fue un ejemplo de calidad en arquitectura de paisaje, ahora se reduce a escombro pintado. La gran mayoría de los capitalinos desconoce su nombre, conociéndolo por el sobrenombre de “parque de los guacamayos” (incluso la nomenclatura urbana oficial así lo considera) esta falta de identidad es el resultado de la barbarie de las administraciones municipales que cada tres años se encargan de destrozar el patrimonio estatal.

Salvar la memoria de los pueblos en Tabasco es una lucha en contra de la corriente ya que las obras se hacen al gusto del gobernante en turno, de esta manera se construyen verdaderos atentados en contra del paisaje, sin que exista una voz que les haga ver su artera equivocación, esperemos que algún día se reflexione lo que hemos hecho, lástima que será cuando no exista nada que salvar.


*Texto tomado del libro inédito “Villahermosa, 120 años de arquitectura” del Arq. Víctor Manuel de Dios Olán.
CAPITULO IV.- Del estilo internacional al moderno
(1).- Ing. José Luís Villafuerte, Director de Obras Públicas del Estado de Tabasco; siendo gobernador del Estado el Lic. Carlos A. Madrazo Becerra, de 1959 a 1964.
(2).- Datos proporcionados por el Sr. Víctor Manuel de Dios Veites, Jefe del Área de Proyectos de la Dirección de Obras Públicas del Estado de Tabasco de 1959 a 1964
(3).- Óculo.- Vano de forma circular que atraviesa un muro.
(4).- Espuma volcánica del Xitle, generada durante la erupción del 400 D.C.; este volcán se ubica en las faldas del Ajusco en el Distrito Federal.

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